#9 🔨 Hay que prohibir los martillos

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… porque con los martillos puedes golpear a la gente. También prohibiría los destornilladores porque pinchan. Y los lapiceros afilados… Los bolígrafos pilot también que la punta es muy fina.

Suficiente sarcasmo por hoy.

No voy a hablar de que haya que prohibir chatGPT que eso ya tiene suficiente hype en todas las redes sociales. Quiero hablarte del mal vicio de prohibir como forma de “solucionar” problemas.

Cuando empecé a trabajar, allá por el año 2006, estaba mal visto navegar por redes sociales mientras trabajabas. Estabas robando tiempo a la compañía. Como cuando te llevabas unos bolígrafos a casa.

Algunas grandes compañías capaban el acceso a las principales redes sociales. Incluso algunas llegaban a cortar todo tráfico que no fuera la intranet corporativa.

Una demencia.

Peeeero, hecha la ley, hecha la trampa.

Dave Snowden, el intelecto detrás del modelo Cynefin, lo expresa mejor. Dice que si a un sistema complejo le añades muchas restricciones para poder controlar su comportamiento, los individuos hackearan el sistema para “saltarse” las restricciones.

En el caso de las redes sociales, te conectabas a una VPN y listo. Scroll infinito de fotos de gatitos.

Últimamente veo también algunas noticias sobre empresas que están prohibiendo hacer reuniones o hacer reuniones de más de 2 personas. Suena de locos.

Nada que objetar.

Prohibir está bien si tienes claro el origen del problema, sin embargo, te puede salir el tiro por la culata.

Retomando a Snowden, quizá tu idea sea reducir los costes de coordinación que suponen las reuniones y fijas que no se puedan hacer reuniones de más de 20 minutos o de más de dos personas.

No hace falta ser muy listo para saber que lo que ocurrirá es que se convocarán varias reuniones seguidas. Por no hablar de que aumentará el número de reuniones de a dos.

Antes tenía una reunión improductiva con 10 personas de una hora y ahora tengo 20 reuniones improductivas de 20 minutos.

Otra demencia.

Este problema surge de poner soluciones sin haber hecho antes el ejercicio de de entender bien el problema. Las reuniones improductivas no son el problema. Son el síntoma.

Lo que hay que buscar es la enfermedad. Diría más, el origen de la enfermedad.

Cuando entiendes que las reuniones son improductivas, pongo un ejemplo aleatorio, porque no se prepara una agenda, porque no se sabe cortar conversaciones que no aportan, porque después de haber propuesto soluciones consensuadas se hace lo que diga el que más cobra o que se decide algo en la reunión y luego no se ejecuta como se dijo, entonces, y sólo entonces, estás en situación de proponer soluciones.

Y pocas veces pasar por prohibir.

Prohibir las reuniones sin saber qué aportan es como prohibir fumar a una persona sin saber por qué lo hace.

En la reuniones ocurren cosas y no todas son malas. Hay cosas que son valiosas y que, eliminarlas de raíz, hará que emerjan comportamientos no esperados que cumplan ese propósito.

Superestimamos el poder de prohibir y subestimamos la capacidad de las personas de hackear los sistemas.

Antes de prohibir, sea reuniones o los martillos, pregúntate:

❓ ¿Cuál es el problema de raíz que me invita a prohibir?

❓ ¿Qué beneficio me aportan?

❓ ¿De qué otra forma puedo obtener ese beneficio?

Si quieres saber cómo enfoco yo las reuniones, responde al mail y te envío un link con varios recursos de una charla que grabé hace unas semanas.

Un abrazo, David.