Quizá la historia de hoy sea un poco atrevida pero allá voy. Va de sexo y motivación en la gestión de equipos. Sexo. Motivación en la gestión de equipos. Por separado…
En la película “Lo mejor que le puede pasar a un cruasán” protagonizada por Pablo Carbonel, la primerísima escena de la película transcurre tal que así:
Dos profesionales de la carnalidad están apoyadas en una pared y frente a ellas pasa Pablo Miralles bastante desgarbado. Una de las chicas le dice:
- Hola guapo, ¿quieres que te chupe los huevos?
Y lo que les responde es la esencia de la idea que quiero trasladarte.
Miralles responde:
- No, ya los traigo chupados de casa.
Dame un minuto y te cuento qué tiene que ver ésto con la motivación.
Venimos de un contexto, hablo del siglo XX, en el que las compañías eran lugares que, además de aportar un sueldo, aportaban una cierta seguridad. Además, depende de la compañía, incluso un poco de sentimiento de pertenencia y hasta algo de estatus.
Se podía molar por trabajar en un sitio.
Si conoces la pirámide de Maslow ya te habrás dado cuenta que cubrían los tres primeros peldaños y parte del cuarto.
La motivación era una responsabilidad de la compañía. Afortunadamente los tiempos han cambiado.
Me explico.
En los países económicamente estables, los dos primeros peldaños de la pirámide de Maslow están más o menos cubiertos. Vivimos en un entorno seguro en el que no corremos grandes riesgos y tenemos suficiente alimento para vivir. De hecho quizá demasiado. De los dos.
Antiguamente, la mentalidad de las empresas era bastante paternalista. Como los empleados no podían valerse por sí mismos sin el abrigo de la empresa había que protegerlos. Incluso de ellos mismos.
En parte era cierto. Nada que objetar. Hoy ya no lo es.
Actualmente si no trabajo para una empresa que me aporte un flujo de ingresos para garantizar mi estilo de vida, será trabajando para otra. No necesitamos a una empresa concreta para sostenernos.
Nos hemos independizado. Aunque papá empresa sigue pensando un poco que somos inútiles con algunas cosas.
Entre ellas, la motivación.
Seguro que te has hartado de leer posts y artículos sobre cómo motivar a las personas de tu equipo. Rollo “10 trucos para motivar a tu equipo” o “Lo que no debes hacer para desmotivar a tu equipo”.
Y aquí viene la conexión con la situación de la película.
A trabajar se viene motivado de casa.
La labor de un manager no es motivar. Como mucho tu labor es no entorpecer la motivación que las personas ya traen de casa.
Y si un empleado no está motivado, ¿no hay que motivarle?
Respuesta corta: no.
Respuesta larga. Pensar que como manager tenemos que motivar a una persona es paternalista. Concluimos nosotros que debemos motivarle porque ella sola no puede.
Tu labor como manager es ayudar a esa persona a que por sí misma encuentre lo que le motiva y, como mucho, ver si aquello que le motiva puede cubrirlo con los proyectos, tareas o iniciativas que tenéis en el equipo.
¿Y si no lo motiva nada?
Pues quizá es un buen momento para tener una conversación difícil. Que esa también es tu labor como manager. Quizá sea momento de plantear a esa persona que salga del equipo.
No es una situación fácil pero viene con el salario.
El paternalismo, con la motivación y muchas otras cosas en gestión de equipo, provoca equipos débiles. Equipos que dependen de las habilidades del manager para afrontar las dificultades.
Y como decía mi madre cuando mis hermanos y yo éramos pequeños: el día que yo falte…
¡Qué razón tienen las madres!
Quiero cerrar con dos preguntas muy importantes:
1️⃣ ¿Qué estás haciendo con tu equipo que mata su motivación?
2️⃣ ¿Qué es lo mejor que le puede pasar a un croasán?
Te escucho.
Un abrazo, David.