El otro día un buen amigo (hola Pablo 👋), hablando de la newsletter, me comentó con cierta sorpresa “no sé de dónde sacas ideas cada semana”. Y supongo que esa pregunta se instaló en mi subconsciente y brotó una idea.
Brotó una idea mientras dormía.
El sueño ocurría en dos planos de consciencia. El primer plano era la historia en sí, ahora te la cuento. El segundo plano era la propia observación de la historia para sacar un aprendizaje para la newsletter.
Voy con la historia.
Prometo que tiene que ver con gestión de equipos.
Había venido a Madrid a verme un antiguo amigo de la universidad. Hacía tiempo que no nos veíamos y, en nuestros años mozos, compartíamos muchos y buenos momentos en los bares. Con cerveza. Siempre con cerveza.
Me quiere sonar que en el sueño nos sentamos en la terraza de un bar en el paseo de Recoletos. Un bar que no tiene terraza en realidad. Sueños, ya sabes.
Después de un par de jugos de cebada, el propietario, un chaval joven, se sienta, nos invita a una ronda y charla con nosotros. Todo muy normal. Para ser un sueño.
Pero la cosa se torció.
En un momento de la conversación uno de nosotros, mi amigo o yo, no lo recuerdo con claridad, dice: “nos conocemos de la universidad”. ¡Para qué queremos más!
El muchacho entró en cólera y empezó a gritarnos.
Que quien nos pensábamos que éramos nosotros para engañarle así, que si nos creíamos mejor que él por tener estudios. De todo menos bonitos. Todo lo demás ya está borroso. Creo que nos cobró hasta las cervezas a las que nos había invitado (en realidad, esto lo añado ahora por darle un poco más de dramatismo).
Y aquí va el segundo plano del sueño.
Mi cerebro que, pobrecico mío, no para ni un segundo de darle a la lavadora (mente rumiante le llaman), en el sueño, se dio cuenta de que habían ocurrido dos cosas que son opuestas pero igual de dañinas si no se gestionan bien.
Y lo enlazo con la gestión de equipos.
Una parte va de prejucios o de la imagen que nos hacemos de una persona nada más conocerla o en nuestros primeros contactos. Somos animales sociales y tenemos muy desarrollado ese aracnosentido para saber en milisegundos si nos podemos fiar de alguien o no.
Es automático, no se puede controlar.
En esos primeros instantes, nos hacemos en nuestra cabeza una imagen de quien es la persona que tenemos delante. ¿Puede ser una imagen errónea? Puede ser una imagen errónea. Sin embargo, huir de una persona que puede suponer una amenaza es evolutivamente una ventaja. Aunque de verdad no haya peligro.
Falsos negativos, bien.
Ahora bien, ¿qué pasa si tu primera impresión es de que la persona que tienes delante es de fiar y luego no? Pues que te mata y se queda con tu comida.
Falsos positivos, mal.
Pero hay una cosa que en el sueño no es justa. Nosotros no habíamos hecho nada para ese falso positivo. El dueño del bar se montó su película de Sonrisas y lágrimas y luego se le rompió el globo del buen rollo.
Cuando tratas con personas, la imagen que te haces del otro en el primer contacto no es su responsabilidad. Es tuya. La otra persona no te ha decepcionado porque no ha hecho nada para que eso ocurra.
Tu película, tu decepción.
Pero hay más. Recuerda que todo esto ocurrió mientras dormía, así que se viene un derrape mental. Ante la frase “nos conocemos de la universidad” en el muchacho del bar se activaron una serie de derivadas que nada tenían que ver con nosotros.
No le habíamos sacado el título y se lo habíamos puesto en la cara para humillarle. Era un hecho que nos conocíamos de la universidad. Nada más.
Esto va de creencias.
Quizá en su cabeza, la gente que tiene estudios se cree más que los demás. Quizá esa persona había querido ir a la universidad y no había podido y tenía cierta herida interior no resuelta. Nosotros no habíamos hecho nada.
Y eso es lo más injusto. Que sólo habíamos desencadenado una creencia del barman. De un hecho, en su cabeza se desencadena una conclusión y de ahí una actuación. Como te puede pasar con una persona de tu equipo.
Tus creencias, tu decepción.
¿Es lícito matar al mensajero? No es lícito matar al mensajero. Nosotros sólo estábamos ahí, en mitad de Recoletos, en un sueño, tomando cervezas. Y terminamos expulsados de un bar por haber ido a la universidad.
Y con tu equipo,
¿Qué imagen tienes de cada persona de tu equipo? ¿Cómo sabes que esa imagen es más o menos fiel a la realidad? ¿Cuáles de tus creencias podrían generarte una decepción en tu relación con los miembros del equipo?
Te leo.
Un abrazo, David.