#28 👀 ¡Qué despropósito de vida, oiga!

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Cuando pienso en personas con un propósito de vida, mi vienen a la cabeza personajes históricos como María Teresa del Calculta, Leonardo Da Vinci o Cristobal Colón.

Habían nacido para una y sólo una cosa.

Cuando pensamos en una vida sin propósito, se nos viene a la cabeza un barco a la deriva. Y no estoy de acuerdo. Hoy vengo a reivindicar el despropósito.

Te cuento.

Empecé a correr hace ya más de 14 años. Mis primeros pasos, literalmente, no tenían mucho más objetivo que ponerme en forma. Fue duro. Muy duro. Salía a correr dos o tres veces a la semana y apenas aguantaba seis o siete minutos hasta que tenía que parar con el corazón en la boca.

Pero no podía dejarlo.

Por alguna extraña razón, había algo para mí en eso de correr. Y seguí, seguí y seguí, hasta que un par de años después estaba cruzando la meta de mi primera carrera de 100 kilómetros. No gané. De hecho quedé el último.

23 horas y 51 minutos.

Empecé a frecuentar malas compañías y terminé por correr en la montaña. Sí yo tampoco sabía que se podía correr en la montaña. Se puede. Cuesta abajo.

Gracias a mi chica, conocí la montaña en otra modalidad: los viajes a pie de alta montaña. De refugio en refugio. Sólo con un mapa, algo de comida y agua. Sin cobertura, por supuesto.

Todo ello me llevó a la escalada, las rutas invernales, las expediciones a subir grandes picos, a aventuras en autosuficiencia y lo que te rondaré, morena.

Hasta el infinito y más allá.

Mucha gente ve en esta forma de funcionar falta de claridad o dar tumbos. Y no. No tener destino no significa ir sin rumbo.

Y creo que en los equipos ocurre algo parecido.

Se habla mucho de tener un propósito, una visión y/o una misión de equipo (o de empresa, es lo mismo). Y muchas veces cuesta tenerlo claro. Es más, muchos equipos no tienen un lugar al que quieren llegar.

Y está bien. Qué voy a decir yo que soy un navegante…

La diferencia entre un equipo con propósito y un equipo sin él es que el primero elige o define sus proyectos en función de a dónde quiere llegar. Cuando surge una oportunidad es fácil de decidir: si me acerca al destino, p’alante.

¿Qué pasa cuando un equipo no tiene un propósito?

Veo dos situaciones. Empiezo por la chunga: que deambule.

Lo explico con una frase que se atribuye a Séneca: cuando un hombre no sabe hacia donde navega, ningún viento es favorable. O dicho al revés: a quien no sabe dónde va cualquier viento puede ser favorable.

Que un equipo deambule está bien. Un tiempo limitado.

La otra situación es la que vengo a reivindicar. Que un equipo no tenga un propósito o una visión o una misión o una llamada, no significa que deba subirse a cualquier barco. La decisión de embarcarse en un proyecto o no está en la coherencia de lo que el equipo es y no en lo que quiere ser.

Decide en el presente, no en el futuro.

Seguramente un equipo sin propósito no construya una castillo. Pero no todo el mundo vive en castillos.

Pero, ¡ojo, pestaña! No tener propósito no debe ser justificación para meterse en cualquier movida que se te pase por delante. Al contrario, un equipo sin propósito tiene que tener muy claro qué es y sobre todo qué no es.

Decir no es la habilidad más necesaria.

Por que sólo cuando tienes claro quién eres como equipo, puedes decidir si un proyecto u oportunidad es coherente o no. Si suma a tu identidad o está construyendo algo que no eres.

Y organizarse.

Esa también es una habilidad muy importante. Porque pueden ocurrir varias oportunidades atractivas en el presente que reafirman quién eres. Es muy importante saber qué pero también es importante saber el cuándo. El orden en que es mejor que ocurran las cosas.

Y localizar la motivación.

Porque sin propósito, la motivación es más prácticamente intrínseca. Los resultados no miden tu avance, sólo los resultados. Es lo que vives mientras consigues los resultados lo que tiene sentido.

Ni mejor, ni peor. Simplemente diferentes.

Y en tu equipo, ¿qué tenéis?

🎯 Propósito

⚒️ Proyectos

🤷 Nah, vamos tirando

Te escucho.

Un abrazo, David.

P.D: aunque pueda parecerlo no es una narrativa que me haya montado para justificar que soy un culo inquieto. Lo vivo más como la diferencia entre ir a un buffet libre y no tanto a un bar con menú del día.

P.D: sí es una narrativa…