#25 🥳  Marcelo, de El Urogallo se jubila

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En Madrid tenemos un pulmón boscoso que se llama Casa de Campo. Es parque público que se extiende casi 18 kilómetros cuadrados. Un paraíso en mitad del infernal ruido madrileño.

Durante muchos años la grupeta de corredores íbamos a correr allí sábados y domingos después de hacer La Tapia. Básicamente es un recorrido alrededor de la Casa de Campo.

En la zona del lago, hay unos cuantos bares donde refrescarse después de tan magno esfuerzo. Nosotros íbamos a uno que se llama El Urogallo.

No, no es un mail patrocinado.

Ahí trabajaba Marcelo. Un camarero que a pesar de que muchas veces estaba muy agobiado por la cantidad de gente que tenía que atender, nunca dejó de tener una sonrisa en la cara siempre dándonos la bienvenida y siempre sirviéndonos con rapidez y sin cometer ningún error.

Esta newsletter podría ir de customer centric, pero no.

He dicho que trabajaba allí porque hace unos días se jubiló. 50 años trabajando detrás de la barra de un bar. Toda una proeza.

El día antes de su último día estuvimos tomando algo allí y charlando con él sobre sus planes a partir de ahora. Que si dar paseos, que si viajar un poco, que si leer… Nada extraordinario.

Mientras hablábamos con él, estaba por allí un compañero suyo que nos miraba y a la vez tenía un gesto feliz y triste. Como un poco contrariado.

Atento porque Marcelo puede servir de inspiración para cualquier manager.

Este compañero, en un momento dado de la conversación, se acercó a la barra y nos dijo:

  • ¡Cómo le vamos a echar de menos”

El muchacho, que rondaría los 30 años, llevaba 5 años trabajando allí.

  • Yo me vine aquí por Marcelo. Es difícil encontrar profesionales como Marcelo de lo que aprender.

Marcelo no sólo servía cafés y cervezas a los clientes. Marcelo lo hacía de tal forma que servía de inspiración a sus compañeros.

No sólo le quieren. Le admiran.

Marcelo estaba en el fango con sus compañeros. Marcelo hacía turnos de la misma forma que sus compañeros. Marcelo trabajaba los fines de semana como sus compañeros. Marcelo era un compañero más.

Pero un referente.

Cuando yo empecé a trabajar como desarrollador, tuve buenos referentes en lo técnico. Gente de la que aprendí cómo hacer mejor código, cómo hacer sistemas robustos, escalables y adaptables. Pero no tuve ningún manager que me inspirase.

Al menos no como al compañero de Marcelo.

A menudo, metidos en la vorágine del día a día, de las urgencias de los proyectos, de las peticiones urgentes de los clientes y de las infinitas reuniones, perdemos de vista que ser manager es, per se, una posición de referencia.

No aparece en la nómina pero es.

“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” que decía Damocles (Peter Parker la copió del griego).

Existen muchos estilos de liderazgo, a saber, autoritario, conciliador, democrático,… Sin embargo, hay uno que me atrevería a decir que debería ser ubicuo: el ejemplarizante.

“No te lo cuento, lo hago” que decía Goyo Jiménez en sus monólogos.

“Ser el cambio que quieres en el mundo” que se pone en boca de Ghandi.

Y siguiendo un poco con las frases contrapongo la que me decía mi padre cuando era pequeño: “cuando seas padre, comerás huevos”. Y que, por cierto, algún manager me soltó durante mis primeros años de vida profesional.

El contexto laboral ha cambiado y los profesionales hemos madurado. Los desarrolladores ya saben programar o siguen a influencers en Youtube que les inspiran.

Lo que no hay son managers que nos sirvan de referencia.

Y ese puedes ser tú para tu equipo.

Un abrazo, David.