#32 👋 Saludo a desconocidos que no volveré a ver

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Me pasa en multitud de ocasiones. Me cruzo con una persona que no conozco de nada y nos saludamos. “Hasta luego”. “Buen día”. Pero no ha sido al azar. Todas las veces hay un patrón común.

Te cuento varias situaciones en las que saludo a desconocidos y qué tiene que ver con la gestión de equipos.

El pasado domingo salí a Casa de Campo. Con el objetivo de no morir cocinado en mi propia salsa, voy a entrenar a primera hora, cuando apenas hay nadie y la temperatura es hasta agradable.

A las 6:30 de la mañana no te cruzas con mucha gente pero cuando me cruzo con alguien a esas horas le saludo. Una mujer paseando a su perro 🐕‍🦺. Un ciclista en itinerancia hacia el trabajo 🚴. Un matrimonio de jubilados dando un paseito 👵👴

  • Buenos días.
  • Buenos días.

Y hasta nunca.

Me ocurre también cuando voy a la montaña. Intento ir a lugares donde no hay mucha gente. Recónditos. Escarpados. Poco accesibles. ¿Vacíos?

¡Qué va! Siempre hay gente. Y, cuando me cruzo con algún otro alma solitaria en busca de escuchar sus propios pensamientos, nos saludamos.

  • Buen día.

A veces hasta nos hablamos, pero poco, que no queremos molestarnos 😶

La más extraña que me ocurrió fue haciendo cicloturismo por Galicia. Yo iba pedaleando con mi bicicleta, porteando mi equipaje en las alforjas, y en mitad de ninguna parte me cruzaba con un motero que me enseñaba dos dedos.

No, no esos dos. Estos ✌️

Un buen amigo motero me lo explicó. Así es como se saludan los moteros cuando van en ruta. Me saludaron moteros que no conozco cuando iba en bicicleta. Este caso parece no encajar con los anteriores. O sí 🛵

Te cuento qué tiene que ver todo esto con la gestión de equipos.

Como ya habrás leído por aquí en más de una ocasión, el ser humano es un animal social. Somos monos con ropa que diría aquel 🦍. Si nos remontamos a unos cuantos miles de años atrás, donde cualquier persona, animal o cosa era un riesgo para nuestra integridad, conocer a los nuestros era clave. Los que no son de los nuestros, los otros, eran catalogados como peligrosos.

Personae non gratae.

En una tribu con veinte o treinta miembros, reconocer a los nuestros era fácil. Todos podemos recordar a veinte o treinta personas. A mí me cuesta, pero puedo. Si tu tribu empieza a crecer y se convierte en una muchedumbre de cien o doscientas personas la cosa se complica. Aún así evolucionamos para identificar a los nuestros rápidamente 👀

El mundo ha cambiado y las tribus se han convertido en grandes ciudades donde hay cientos o dos cientos de miles de personas. Y nosotros seguimos siendo monos con ropa buscando a los nuestros 🫵

Saludo a desconocidos porque son de los míos: los que madrugan para evitar el calor, los que se meten en lo más profundo de la montaña para buscar la tranquilidad o los que viajan en dos ruedas. Los moteros me consideraban de los suyos 😍

Es algo automático que no podemos evitar hacer.

En las empresas seguimos haciéndolo. Identificamos a los nuestros y a los demás. Y aquí no se trata de un tema de supervivencia porque nadie nos va a robar la comida (o sí, que las neveras comunitarias son muy peligrosas). Los de marketing, los de finanzas, los de recursos humanos, los socios, la dirección, los de tecnología.

Nosotros y ellos.

Ser un animal social nos mueve a proteger a los nuestros y nuestros intereses y a protegernos de los otros y sus intereses. Aunque seamos de la misma empresa. Aunque no seamos más de cincuenta en total.

Nosotros y ellos.

Cuando trabajo con managers, les suelo preguntar: ¿quién es tu equipo? Las respuestas suelen ser muy parecidos: las personas de mi área, mi equipo son las personas de las que soy responsable, todo mi departamento. Nosotros y ellos.

Pocas veces me han respondido que su equipo es toda la compañía.

Sólo cuando empiezas a ser consciente del peligro que entraña el corporativismo interno, la departamentalización y, sobre todo, la identificación con las etiquetas, empiezas a ver las organizaciones como algo más holístico y, al final, más humano.

Nosotros 🫂

Por cierto, que yo como Ingeniero en Informática me veo a mí mismo hablando con los papis de mis hijos y siento una extraña conexión con otros progenitores que también son ingenieros. Aunque sean de caminos.

Porque son de los míos y, por eso, son de fiar. Aunque sean completos desconocidos que me quieren robar la comida.

Un abrazo, David.